Apague y vámonos

Hace un rato vi el último debate presidencial antes de las elecciones del domingo, vi un Antanas ahora sí confuso, «rabón» y con pocas claridades, enfrentado a un Santos soberbio, pícaro, pero fungiendo ya ser y saber como presidente.

La debilidad más grande de Santos es precisamente que fue criado para ser presidente, es un delfín que desde la cuna ha aprendido a actuar como un gobernante, o como un mandamás, que en el momento resulta lo mismo. Tiene respuestas para todo y es capaz de mantener la sonrisa impasible cuando le echan la madre.

Aunque en Colombia se supone que estamos por cumplir 200 años de habernos independizado de la monarquía, muchos de los habitantes de este país (y creo no equivocarme si digo que también muchos de toda América Latina) estamos aun embelesados con la idea de la monarquía y las formas monárquicas, pero ni siquiera con la forma de las monárquicas de la Europa moderna, sino las más cercanas a la decapitada monarquía francesa. Santos (como Uribe) dice: «l’Etat, c’est moi» y las masas le aclaman, votan por él.

Una de las consecuencias de la democracia representativa es que nos ha acostumbrado a políticos pofesionales, de rancio abolengo que se las saben todas sobre el estado, todas las que a nosotros, los simples mortales nos da pereza conocer.

Pero que Santos sea un político profesional con la respuesta perfecta a flor de labio, junto a la sonrisa precisa no es novedad. Lo raro, lo triste es que no tenga adversario. Antanas Mockus patalea por mostrarse político, ya no es el antipolítico montado en la cresta de la ola verde, ahora parece envidiar la soltura y firmeza de Santos y eso exacerba sus defectos.

Hoy vi un Mockus que sabe que va a perder y no está haciendo un esfuerzo por ganar sino por hacerle el mayor daño posible a su oponente, ganará pero saldrá lacerado, pírrica victoria para Mockus, ¿perder es ganar también… un poco?

Pero más allá de la indignación de Mockus (que en las calles de mi barrio se llama rabonada), queda un problema más de fondo ¿hay «alternativas de poder» realmente preparadas para gobernar el país?

A las propuestas de izquierda se les suele criticar que son expertos en criticar en hacer oposición (lo cual en una democracia es muy importante) pero que les queda grande gobernar y esa no es solo la crítica de la derecha.

El análisis de los casos concretos podría incluir las dos últimas administraciones de Bogotá o los modelos contrapuestos de gobiernos de izquierda que en América Latina han significado Lula y Chávez, incluso el papel que el Partido Verde Alemán (uno de los paradigmas de este movimiento) tuvo en la administración rojiverde de Alemania entre de 1998 a 2005.

Pero creo que pensar en construir alternativas reales no puede limitarse a ser alternativa de poder, ¿qué tal pensar en alternativas al poder? Así como la crítica al desarrollo tiene que superar la idea de formas «mejores» de desarrollo (como el desarrollo sostenible) y pensar en alternativas al desarrollo.

El «Jefe de autogoles del Partido Verde» se ratificó hoy en su puesto, Antanas parece defender el empleo contra la tecnología y Santos le dice que es un falso dilema, porque sin tecnología se genera un empleo pero es indigno. Mockus balbucea algo sobre una opción de Tokio por las pequeñas tiendas en vez de los grandes supermercados.

Es un problema central, clave, pero necesita argumentos más serios y de más «verdes», la crítica ambiental al desarrollo debería ser la base para hacer propuestas de verdad alternativas…

Mi conclusión, es claro que la Antanas y la gente del Partido Verde están haciendo lo posible para ser «alternativa de poder intentando simular ser políticos como los otros, los de pedigree. Es claro que llegaron al Partido Verde como escampadero sin asumir los principios de crítica al desarrollo y la sociedad del consumo y el despilfarro que, se supone, orienta la acción política de los ambientalistas. Ratifico mi voto en blanco.

Pero más allá de este tema conyuntural creo que todos los que pretendemos ser alternativas a este modelo que destruye la vida y las vidas, las personas, la naturaleza y las posibilidades de soñar -llamnese verdes, ambientalistas, libertarios, socialistas o simplemente alternativas- necesitamos reconstruir un discurso novedoso, alternativo que nos saque de la lógica del sistema. Hay que volver a soñar con lo imposible.

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