Políticamente incorrecto

En los últimos días, personas que quiero mucho me han acusado de ser ingenuo, reglado, violento, anticomunista, defensor del sistema, de no creer en los mecanismos institucionales, de dispuesto a negociar con el «enemigo» y de otro montón de cosas que ya ni me acuerdo, pero le he estado dando vueltas al tema y mi conclusión es que soy un completo incorrecto en términos políticos. Además que tengo la aburridora costumbre de llevar la contrario, lo que hace que mis amigos conservadores me consideren un comunista extremo y mis amigos de izquierda un godo.

Bueno, no voy a revisar ni justificar todas las posibles psicopatologías que se me pueden atribuir por no ser un ciudadano medio que anda por el anden de lo correcto. Solo quiero contar algunos de los últimos casos en los que he dudado sobre que posición adoptar.

Empecemos por el reciente paro de los usuarios en del Transmilenio en Bogotá. A mí me generó sentimientos encontrados y dije en mi cuenta de Facebook: «Se siente raro que lo que en otros países es el poder de la ciudadanía potenciado por las nuevas tecnologías, acá sean simples actos de sabotaje… Se siente raro que mis amigos jóvenes, que se emocionaron tanto en una protesta noviolenta contra un sistema de transporte (que después de ser la novia de la ciudad se ha vuelto el coco), resulten convertidos en terroristas… Se siente raro que mis amigos, ahora en el poder, critique los medios que hemos usando antes y usen los mismos medios de represión que usaron contra nosotros…»

Quería expresar mis sentimientos, no hacer un profundo análisis político. Estaba sorprendido con los hechos y aun más con las declaraciones del alcalde Petro, que parecía empeñado en resucitar la moribundo PDA. Para mi sorpresa algunos amigos que se sintieron aludidos tomaron distancia de mí, ellos nunca han recurrido a esos métodos, están los comités de usuarios abiertos como mecanismo para tramitar las quejas.

Tengo la suerte de tener muchos amigos, muy queridos en cargos distritales y otros que aunque que no participan del gobierno pero son muy cercanos al alcalde. Entiendo el proyecto político que están intentando llevar a cabo desde el poder en la ciudad, muchas cosas me gustan, otras no tanto. Quiero mantener una distancia crítica, como ciudadano común, que puede apoyar cosas del gobierno y rechazar otras. No estoy gestionando ningún favor de la Alcaldía o sus dependencias, ni me interesa hacerlo, tampoco siento que le deba lealtades incuestionables a este gobierno.

Sin embargo sigo creyendo que la acción política directa, la salida a la calle, la protesta social, la organización por fuera de los cauces institucionales, son mecanismos de acción política válida. Sigo pensando que la gente que está gobernando la ciudad los usó con frecuencia cuando no eran gobierno, ahora los recriminan. La mayor parte de la gente promovió las movilizaciones del 9 de marzo lo hicieron con un ánimo noviolento, ciudadano, puedo dar fe muchos de ellos. Como siempre en estos procesos hay quienes aprovechan la masa para salirse de la lógica de protesta y causar daños innecesarios. como siempre los gobiernos y los medios estigmatizan la movilización con base en esos pocos.

En Egito, Tunéz, Siria, o incluso Grecia, Estados Unidos o España (y la olvidada Islandia) la gente en las calles pidiendo cambios es visto como una movilización ciudadana potenciada por las tecnologías de Internet, pero cuando somos nosotros los que salimos es «un saboteo a la administración» nueva y alternativa que se está creando en Bogotá.

Más que asumir una posición vertical, basada en unas lealtades con personas y seguimiento a discursos, me siento en la obligación de decir mis sentimientos, de ser honesto conmigo mismo.

Veamos otro caso. Kony 2012 es uno de los videos más publicitados en las redes sociales últimamente. La conmovedora historia de un gringo que le promete a un joven negro de Uganda salvar a su país de un «bad guy»: Joseph Kony el líder de una guerrilla cristiana milenarista que lucha por la democracia y el cambio en ese olvidado país del África oriental.

El video está tan bien hecho que te conmueve, te llega, es una especie de versión reallity de una superproducción holliwoodense, con la única diferencia que el «héroe» que liberará a los más de 30 mil niños cautivos de Kony no es un militar sino un oenegero. Pero al final lo que quieren los filantrópicos activistas de Invisble Childs es conseguir mucho dinero, para financiar sus actividades en los Estados Unidos y Uganda, fortalecer el ejército del presidente Musevini y garantizar la intervención de tropas estadounidenses en la región.

Claro que Joseph Koni es un hijo de puta, ha asesinado, violado, secuestrado, reclutado niños y muchas otras bellezas; justo de la misma manera que lo han hecho muchsímos otros líderes militares en muchas otras partes del mundo, en especial en África en los úlitmos decenios, pero también, sin ir más lejos acá en Colombia. Líderes del paramilitarismo y de la insurgencia han hecho más o menos lo mismo en muchas partes de este país, de hecho lo siguen haciendo.

Pero por más políticamente correcto que resulte obominar a Kony, no puedo aceptar una campaña que busque apoyar la intervención extranjera en Uganda, apoyando el régimen dictarorial de Musevini, que de alguna manera es el sucesor de Idi Amin Dada.

No voy a apoyar la guerra como solución a la guerra. Estados Unidos necesitaba una buena disculpa para intervenir en esa zona de Afríca, desde Uganda se puede controlar todo el continente, ver reportaje de Visión 7 (Argentina). Incluso los mismos gringos critican esta actitud como este comentarista que considera que es una operación de la CIA que busca justificar la intervención. Como siempre en Colombia hay quienes se comieron el cuento y quienes , no como la brillante Catalina Ruiz-Navarro.

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