Un fantasma recorre el mundo árabe

Hace un rato recibí un correo proponiendo que hagamos un artículo destacado sobre los acontecimientos que están sucediendo en algunos países árabes para el sitio de Indymedia Colombia. Por supuesto es un tema que merece destaque, pero es complicado escribir con propiedad sobre él, así que decidí hacer esta nota para intentar organizar mis ideas.

Actualización: Miren lo que dicen los rusos:

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Lo primero es el reconocimiento de mi ignorancia sobre el tema, yo que solía jactarme de haber conocido varias personas del mundo árabe, de haber leído sobre su historia, su cultura y su situación actual me siento completamente desubicado con lo que está pasando.

Hace muchos años conocí un tunecino que me contó algunas cosas sobre la vida cotidiana en la dictadura de Ben Ali, para él lo que veía en Colombia era una libertad increíble. También recuerdo que yo aun estaba en el colegio, cuando mataron a Anwar el-Sadat, en 1981, unos militares se bajaron de jeep en un desfile y le dispararon. Me acordaba que entre las «revelaciones» de Wikileaks estaba que un ataque contra integristas yemeíes lo hicieron los gringos y no el ejército de ese país, también que ese ataque fue una represalia por un ataque a un barco gringo… peor descubro que esos recuerdos están desestructurados y no explican lo que pasa…

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Me llama mucho la atención que la ola de protestas se está dando en los países que son más «amigos» de los gringos: Túnez, incondicional de Francia, destino turístico de los europeos, amigo de los gringos. Egipto consentido de los gringos y además pieza clave por el control que tiene del canal de Suez y por tanto del comercio de petróleo desde el Golfo Pérsico hacia Europa y el este de los Estados Unidos y, además, por que su respeto por Israel (que causó el asesinato de el-Sadat, pero que ha sido igual bajo el régimen de Mubarak) es una «pieza clave para la estabilidad de la región», el peor de los casos que temen ahora los Israelíes es que un gobierno islamista en Egipto pueda romper el bloqueo de Gaza y fortalecer en todo sentido a Hamas. Yemen como lo comprueba la «anécdota» de Wikileaks es también un gobierno pro-gringo. Y también se anuncian protestas en Jordania (el país más estable de la región), en Argelia, en Marruecos y hasta en Arabia Saudita (el que más me gustaría que cambiara, de lo poco que sé, es de los regímenes más represivos). (Ver artículo de Le Monde Diplomatique y de BBC).

Pero me llama mucho más la atención que nunca se menciona a Libia, En términos de lo poco democrático y dictatorial del régimen, el de Gaddafi no es mejor que el de Ben-Ali o el de Mubarak, si la medida es la permanencia en el poder, Gaddafi se los lleva a todos. La sensación que me queda es que si bien las protestas también mencionan el hecho de lo largos y represivos que han sido los gobiernos de Túnez y Egipto, sus reivindicaciones son más económicas: pan, empleo, mejores salarios, mejor calidad de vida. en algún artículo de Al-Jazeera (que ahora no encuentro) se decía que el verdadero «Bin Laden» es la marginalización: «el verdadero terror en el mundo árabe se alimenta de la marginalización socio-económica». (Ver especial de Al_Jezeera: Anger in Egipt)

Otro asunto que me tiene sorprendido es el tema del uso de las tecnologías en todo el proceso. Como activista social y profesional de Internet soy un convencido del poder que pueden dar las tecnologías a los procesos sociales, hay muchos casos muy estudiados sobre esos influjos que van desde la fuerza que ganaron los zapatistas en 1994 cuando se levantaron en armas y en redes, la fuerza que tomó el movimiento usando celulares e Internet por los sucesos del 11 de marzo de 2004, o en las pasadas elecciones iraníes, así como en el proceso que llevó a la manifestación del 4 de febrero de 2008 en Colombia.

Por supuesto conozco mucho más de cerca los sucesos del 4 de febrero de 2008 y me llaman la atención varias cosas. La primera es que las cosas no son tan espontáneas como se suelen mostrar, si bien una situación crítica convoca a la gente sobre una idea, las posturas y visiones sobre lo que hay que hacer son muy diversas. En este caso el rechazo a las FARC en Colombia es grande y se acrecentó con el caso del niño que en realidad no tenían, pero ese rechazo no necesariamente significaba un apoyo al gobierno, ni a la solución militar del conflicto. Detrás del proceso hubo mucho trabajo, el de muchas personas que en Facebook y otros espacios de Internet promovieron el tema, pero hubo un papel clave de los medios de comunicación y agencias de publicidad que hicieron eco de todo este proceso y aumentaron la capacidad de convocatoria, se dice que detrás hubo dinero de sectores que quisieron favorecerse políticamente con la situación. La segunda cosa que llama la atención es que la gran movilización social aunque fue vista al principio como la génesis de un nuevo movimiento social, con el tiempo se convirtió en un grato recuerdo pero nada más.

Anoche vi en directo por Al-Jezeera un programa en el que entrevistaban a jóvenes activistas de las redes sociales egipcios sobre la coyuntura de su país. Me recordaron a los jóvenes que promovieron el 4 de febrero en Colombia, entusiastas, demócratas, transparentes, un poco ingenuos, pero con grandes aspiraciones para su país. La pregunta por la expansión de un movimiento como este a Libia fue ignorada, la pregunta por quién está detrás de esto tuvo una respuesta similar a lo que contestaban los colombianos en 2008: nadie, aquí está la ciudadanía organizada espontáneamente, no es de los partidos, (ya) no creemos en los partidos. La pregunta sobre la participación del islamismo fundamentalista no fue formulada.

Creo que en este tipo de acontecimientos hay una reacción generalizada, la gente que tiene acceso a medios y espacios de comunicación y que está enterada de la situación es la primera en preocuparse, pero es el clamor de las mayorías molestas con las situaciones lo que lo hace real la situación en las calles. Pero hay que invertir mucho en esto, son muchas horas al frente de las pantallas, con los teléfonos, haciendo contactos, pasando la voz. Estas son movilizaciones promovidas desde las clases medias, de aquellos que tienen Internet, teléfonos móviles, contactos en los medios, en la política y sobre todo que tienen el tiempo y los recursos para dedicarlos a una pequeña utopía como esta.

Pero me temo que, si bien la organización espontánea de las buenas voluntades de los jóvenes idealistas, apoyados en tecnologías, puede llevar a la gente a la calle y hasta tumbar gobiernos como en España en 2004 o en Túnez hace unas semanas, no son esos procesos los que toman el poder después.

Históricamente son grupos como los jacobinos en la Revolución Francesa, el viejo «Tea Party» de la independencia gringa, los mantuanos de la oligarquía criolla de esta parte de América, o los bolcheviques en la Revolución Rusa los que logran «capitalizar» el descontento popular y la movilización popular hacia un proyecto político específico. Por mi fuerte herencia anarquista me duele mucho creer que no puedan surgir formas espontáneas de gobierno, en la revolución ucraniana Makhno o la española con Durruti, los anarquistas lograron efímeros procesos de autogobierno, que fueron aplastados por otros con mayor «vocación de poder».

Porque, finalmente, es esto de la vocación de poder lo que puede lograr el milagro de encauzar la beligerancia de los jóvenes dispuestos a tomar un arma o un teclado para cambiar el mundo o clamor de un pueblo por pan, tierra o justicia y convertirlos en estructuras de poder renovadas, pero con frecuencia herederas de muchas de las viejas prácticas que llevaron a la revolución.

No puedo negar que considero un avance que se den ahora estas revoluciones con métodos que priorizan la comunicación sobre la violencia, pero es evidente que se necesita una gran fuerza y una presencia concreta en las calles para hacer que los eventos sucedan. Y como siempre en los actos de la noviolencia, la violencia del otro es un tema clave, en Egipto los muertos son ya varias decenas, cientos los detenidos…

Y ¿quién puede tener un proyecto de nación para estos países en caso en que sean depuestos los actuales regímenes?

Evidentemente los islamistas lo pueden tener, aunque islamista es una palabra demasiado imprecisa, hay grupos conservadores que se aferran a los fundamentos del Islam para hacer una propuesta de nación en la que se vuelva al origen, se respeten las tradiciones, se excluya lo extranjero y se viva de un modo más austero, durante muchos años en todo el mundo árabe organizaciones religiosas han estado presentes apoyando a la gente del común en su vida cotidiana, ayudándoles con sus problemas económicos, brindándoles apoyo en los momentos más duros. Entre más jodido está un pueblo, más cerca están las organizaciones religiosas, lo cual no es muy diferente de lo que hacen los religiosos cristianos en América Latina, por ejemplo. Pero así como el trabajo de los cristianos oscila entre la teología de la liberación y la mercantilización de la fe, entre las iglesias comprometidas y curas pederastras. Entre los palestinos y los libaneses, agobiados por décadas de guerras el éxito de las posturas religiosas es más evidente que en otras partes, incluso llama la atención que Hamas en Palestina, como Hezbolah en Líbano son chiitas en pueblos que históricamente han sido suníes. Es como ver en América Latina el triunfo de partidos políticos cristianos protestantes, en países de tradición católica.

Pero los religiosos conservadores no son los únicos con un proyecto para el mundo árabe, habría que preguntarse si algo queda de socialismo árabe del siglo XX, del que Nasser fuera su principal figura y los actuales gobiernos de Libia, Siria y Egipto sus herederos, junto al derrocado régimen de Sadam Husseim en Iraq (ver sobre Nasser y sobre el Baath y este). También sobre los proyectos de las potencias regionales como Turquía, laica, «democrática», proocidental, pero que sigue negando el genocidio armenio y reprimiendo brutalmente a los curdos. O Irán, conservadora, teocrática, chií por tradición gobernada por los ayatolas pero con una vida casi tan «moderna» como la cualquier potencia emergente, un país que no necesitó (o no pudo) apagar la Internet durante la recienete «revolución verde» con la que el candidato pro-occidental derrotado en las elecciones reivindico su triunfo argumentando un fraude electoral.

A propósito de la «revolución verde» de Irán y la «revolución de los jazmines» en Túnez, llaga a mi mente otro proyecto político que no solo tiene una visión de como podría ser el mundo, sino la capacidad para poner en marcha acciones en muchas partes y modus operandi muy similar al visto en los países árabes en estos días, las organizaciones gringas promotoras de la democracia. Se sabe que ellas estuvieron muy comprometidas en las llamadas «revoluciones de colores», principalmente en Asia Central y los países de la antigua órbita soviética (Ver nota en Wikipedia y análisis en Red Voltaire un análisis).

Insisto en lo que dije al principio, entender lo que pasa ahora en el mundo árabe requiere sobre todo superar la ignorancia que tenemos sobre lo son los árabes y la situación actual de esa parte del mundo. Pero también en todo este cada vez pequeño planeta que habitamos.

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