Despertar

Este es uno de los ejercicios que estoy haciendo en el Taller Distrital de Novela con la profesora Fernanda Trías. En este ejercicio experimentamos una escritura colectiva. El párrafo inicial es de Andrés Gómez Acosta, las notas al pie son mías…

Por la mañana V se despertó en su cama[1], con la pijama puesta las cobijas intactas como si nadie hubiera pasado la noche allí. Se despertó solo. Se despertó igual que se había despertado los últimos dos meses[2]. Ni un solo ruido, ni un solo olor, un ambiente completamente aséptico, enrarecido, diferente a lo que había sido su vida anterior. Tan igual a lo que era ahora su vida[3].


[1] ¿Mi cama? Acá nada es mío. Duermo en esta cama que no me atrevo a destender, uso esta piyama horrible que me hace ver como un enfermo a punto de perecer. Nada es mío. Me ponen acá.

[2] ¿Ya dos meses en este hospital? ¡Mierda! Este puto tratamiento no avanza. Ahora quiero cagar, pero no me atrevo a ir al baño. Me aterra romper el orden, el aseo de este sitio. Pérez me insiste en que no hay problema, que el personal del hospital se encargará, pero sé que miente. Será una tortura, la empleada me mirará con ganas de querer asesinarme, el olor se expandirá por todo el piso, se dispararán las alarmas

[3] ¿Qué soy ahora? Un cadáver que no termina de morir. Un costo insostenible para el sistema de salud. Una carga insoportable para mi familia. Un paciente invisible para el personal que me atiende. Una vida insufrible. Una soledad infinita. Un cuerpo intocable.

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