Doce reflexiones sobre la visita del bus del odio

Un bus pintado de naranja y con unos letreros que hacen un llamamiento a la discriminación de niños y niñas que siente que su sexo y su género no coinciden llegó ayer, sábado 20 de mayo, a la Plaza de Bolívar. Estas son algunas reflexiones que me surgen de prácticamente tres días de pensar en esta situación, claro son más preguntas que respuestas.

Aspectos coyunturales

  1. El bus es un asunto coyuntural, no es el problema de fondo. Desde el punto de vista político es claro que uno de sus objetivos es la provocación, por eso filtran unas horas antes dónde van a estar. ¿Qué hacer? Hay quienes proponen que deberíamos hacerles el vacío. ¿Será que si no aparecemos para enfrentarlos igual son noticia? Pero queda la otra pregunta: ¿Cuándo vamos a dar la lucha en las calles por nuestro reconocimiento? ¿Es mejor hacer algo que no hacer nada?
  2. Hay que averiguar a quién pertenece el bus de placas SNH-871 de Soacha y cómo se ha financiado la campaña. No es cierto que hayan traído un bus del extranjero, pintaron un bus local de manera muy similar.
  3. Nosotres actuamos sin agenda, sólo con la idea que es mejor hacer algo que no hacer nada, nos agrede profundamente lo que significa el bus y su mensaje, pero la verdad no teníamos un plan. Alguien proponía ayer que siguieramos resistiendo y resistiendo cuando ya teníamos al ESMAD encima
  4. Un grupo de personas negociamos, con el coronel Jorge Urquijo, el oficial de mayor rango presente, la liberación de los dos compañeros detenidos a cambio de la evacuación de la plaza. Cuando, unas horas después, llegué de nuevo a la plaza con uno de los que habían sido detenidos, nadie se dio por aludido. Obviamente yo no soy nadie en este movimiento, ni había nadie con suficiente liderazgo, Laura Weinstein había negociado con la gente trans que abandonáramos la plaza, pero tampoco podíamos irnos y dejar a los más emberracados y solos con el ESMAD
  5. Ellos tienen una agenda, que evidentemente tiene un propósito cortoplacista electoral, con miras a llevar en 2018 a la gente «emberracada a votar» como ya lo han hecho, nuestras acciones son lo que necesitan para demostrar que somos de temer (y lo somos)
  6. Es importante notar que no había consenso sobre la forma de acción. Me llama la atención que en nuestros movimientos aún prevalece la idea de “dar la vida por la causa”, una forma muy patriarcal de mostrar lo machos y machas y maches que somos. Algún amigo gay me decía, comentado la costilla rota de otro compañero, que era algo así como el “precio a pagar”, yo no quiero pagar nuestros derechos con muertos, con heridos, ni con detenidos.

¿Cómo actuar juntos/as?

  1. El proceso también puso a mi modo de ver la profunda fractura en el movimiento LGBT, por supuesto el GAAT actuó de manera aislada e inconsulta, pero el sabor que me deja es que los temas como los derechos de los niños y las niñas trans no es tema para la población LBG, como no son tema muchos de los otros problemas de las disidencias de género, que no están en la agenda común. En la élite que venido tomando la vocería del movimiento (que yo llamo la maricocracia) nuestra representación es mínima
  2. Como consecuencia de lo anterior, hoy algunas personas gay decidieron manxplicarnos lo mal que nos habíamos portado y darnos consejos sobre lo que las trans deberíamos hacer y no hacer. También nos contaron, que si bien ayer nadie parecía darse por enterado de los trinos y post de Laura desde la plaza, los «líderes» del movimiento estuvieron «muy pendientes» de nosotros, eso sí sin interrumpir los planes de sábado en la tarde. Mauricio Albarracín que llegó al final de la tarde a tratar de mediar, se llevó desde anoche todos nuestros reproches, pero al menos él fue. No me gusta la forma en que actuó y quedamos de hablarlo, pero creo que es importante notar que más allá de este asunto coyuntural hay una significativa diferencia entre las agendas LGBT y la agenda que podríamos llamar T (o TTTQ o como sea) y en mi opinión eso se refleja en lo que Brigitte Baptiste decía que hemos avanzado mucho en temas legales-política, pero muchísimo menos en transformaciones culturales.

Los temas de fondo

  1. El tema central de los niños las niñas, queda por fuera, es sólo una disculpa, como dice Alanis Bello, los niños y las niñas son una excelente disculpa para justificar moralinas e ineptitudes, pero poco se hace realmente por ellos y ellas. A la gente del GAAT le preocupan un grupo de tal vez 20 niños y niñas concretas que está acompañando en su tránsito. En la Plaza ayer ese tema no era importante. Mutó en una discusión sobre el odio y la libertad, de hecho la campaña para ellos es el bus de la libertad, niños y niñas son apenas una disculpa.
  2. A propósito, es muy grave que ahora la derecha sea la defensora de la libertad de expresión, la libertad de conciencia y la libertad de cultos.
  3. Finalmente está el tema que sí importa, si queremos construir una sociedad donde quepan ellos y quepamos nosotras, ¿cómo le vamos a hacer? ¿vamos a forzarlos a que ejerzan su identidad como religiosos en forma privada? ¿qué diferencia tiene eso con la propuesta que ellos hacen que ejerzamos nuestra identidad de género y sexual de forma privada? Yo tengo la creencia que mis creencias, son más modernas, más científicas, más racionales, más refinadas que las de ellos ¿pero eso me da derecho a desechar sus creencias y hacer que la ley y estado los obligue a cambiarlas? ¿Es eso mejor a que ellos nos obligaran, a través de la Ley y el estado a cambiar las nuestras? todos/as/es queremos vivir sin miedo ¿Cómo tenemos que reconfigurar la esfera de lo público para que tanto ellos como nosotros podamos vivir sin miedo?
  4. Si bien es claro que hay un interés de corto plazo en términos electorales para los sectores fundamentalistas que llevaron el bus, debemos reconocer que su agenda no es sólo de corto plazo, es una propuesta profunda de sociedad, una forma en la que ellos creen que deberíamos vivir, y la que tenemos que entender.
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