Comienza el año que nos han dicho es el del fin del mundo, yo comienzo un 2012 por primera vez sintiendo que voy a tener una vida completamente nueva. Nuevos sueños, nuevas perspectivas, nuevas relaciones… nuevos amores.
Empiezo este año con unas muy grandes esperanzas, convencido que abro un ciclo completamente nuevo en mi vida. Signado por un nuevo amor, pero también por muchos cambios que se han venido acumulando.
El año que acaba de terminar fue un año de movimiento de cambio, un año que comencé al lado de mis hijos con ellos en su casa con muchas esperanzas, que pasé la mayor parte viviendo también en esa casa, la de mis hijos, reconstruyendo la relación de la convivencia cotidiana, pero ya no con un par de chicuelos con los que viví antes, sino con dos adolescentes con proyectos, anhelos, luchas y logros. Con dos personas en las que ya se reflejan los logros (y tal vez los fracasos) de la apuesta educativa que la Negra y yo hicimos.
Pasar nueve meses con mis hijos este año ha sido una experiencia muy gratificante de la cual yo aprendí mucho y creo que ellos dos también. No puedo dejar de agradecer a la vida el poder haber tenido esta oportunidad de construir una relación de personas grandes en la convivencia cotidiana con mis hijos. Amo ese par de culicagados…
Terminé el año en la casa de Sergio y Sandra, pequeño lujo que me gané de una manera casual. Y que me ha dado la posibilidad no solo de tener unas semanas de vida muy cómoda, a la que con facilidad me estoy acostumbrando, sino que también me ha brindado la oportunidad de muchos encuentros, con los amigos y amigas, con la vida, con la misma soledad. Y con Vera…
Para Atarraya, el 2011 también fue un gran año, muchos proyectos nuevos, muchas cosas que hacer. Shayu, Cindy y Adriana, con ideas nuevas. Muchas posibilidades…
Tengo mucho que agradecer de este año de pequeñas migraciones, de desarraigo y destete.