Maravillarse con las maravillas

Elegir las siete maravillas del mundo actual es una propuesta que está circulando en la red, a mí me genera sentimientos ambiguos, por una parte piensa uno en todos esos sitios maravillosos del mundo a los que siempre a querido ir; pero, de otro lado, me genera desconfianza la propuesta tan comercial que se ha generado alrededor del proceso, pero lo peor, asusta la forma tan acrítica como la gente en los periódicos en línea y en los blogs ha asumido el proceso metiéndose en la agenda que le plantearon.

Muchas obras humanas maravillan, la mochila de los arhuacos, hecha en lana virgen con diseños que representan principios celestiales y trascendentes son pequeñas maravillas por las cuales apenas si se les paga a las mujeres indígenas.

Pero también me maravillas las obras literarias, las artes plásticas, las tecnológicas y, indudablemente las arquitectónicas. Cuando tengo ante mis ojos fotografías y pequeñas reseñas de 21 de los sitios que definitivamente están entre los más maravillosos logros del género humano en diversas partes del globo me siento abrumado, siento que debería conocerlos, que debería ir allá, que espero que mis hijos los conozcan.

Pero cuando me piden que vote por unos y deje los demás, me empiezo a sentir molesto. algo no encaja. Algún griego hace muchos siglos quiso mostrar su gran conocimiento del mundo recordando los siete sitios que le maravillaron más ¿es esa razón suficiente para volver a elegir las siete maravillas de nuestro mundo contemporáneo?

El primer acercamiento a este tema fue el artículo en El Tiempo, busqué en Google y hay mucho escrito, muchos periódicos en línea han tratado el tema, también hay mucho en los blogs. Pero ¿qué sentido tiene esto? ¿Qué tan mejor elección hace el hecho que la hagan 20 millones de personas? La elección a través del web parece una forma muy participativa, pero ¿quién puso la agenda? ¿a cuento de qué esa lógica de escoger siete maravillas por encima de miles de otras?

Más que un esfuerzo colectivo de la humanidad por identificar esos hitos que nos hacen sentir parte de una misma especie, estamos ante una eficaz empresa cultural que está vendiendo un intangible, ellos te invitan a hacer historia, pero tú pagas. Si quieres votar, pagas (sobre todo si quieres que tu voto tenga peso), solo dos dólares por Internet y 1,20€ por teléfono (en España). Hay que tener en cuenta que se esperan 20 millones de votos.

Pero no solo puedes pagar por votar, también se están moviendo muchos dineros alrededor de promover las 21 maravillas candidatas en importantes destinos turísticos. Además se han creado una serie de «pre-marcas» patrocinadoras que se venden al mejor postor según el criterio que a bien tengan sus creadores. Negocio éste muy interesante por cierto. se crea una marca, sin producto, sin empresa, sin contenido, un vacío hermoso y brillante que auspicia un proceso masivo que genera gran debate pero que tiene pocas consecuencias en el mundo real y luego se puede comprar la marca y darle algún contenido, igual en el futuro puede ser una marca de pañales o de automóviles.

En resumen, la búsqueda de las siete maravillas de nuesto mundo actual es un maravilloso ejemplo de la aplicación de la teoría de las 3 C (Contenido, Comunidad y Comercio, como fin último) en una campaña de Internet, innovadora en sus planteamientos de mercadeo, pero que deja poco espacio a una reflexión amplia, profunda y necesaria en nuestra época sobre la huella que los seres humanos dejamos sobre este planeta y como ella se convierte en la herencia que le damos a las futuras generaciones.

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