Mi hija me llamó a decirme que su mamá está asustada porque sus compañeros de trabajo, que viven en el occidente de la ciudad están asustados porque se les iban a entrar a sus conjuntos, también estaba preocupada por el novio que vive únicamente con su hermano más joven. Amigos y amigas de muchos ámbitos escribían por los grupos de WhatsApp todos con el mismo miedo.
De repente, la ciudad estaba plagada de grupos muy organizados de vándalos que sistemáticamente atacaban los conjuntos residenciales. Entonces llamé a varias personas conocidas que viven en diferentes sectores del occidente de la ciudad. Una de ellas me confirmó que un grupo de unos 20 jóvenes intentó entrar al conjunto donde vive, pero que al ver a la comunidad organizada se fueron, no pasó a mayores, pero el susto permanecía.
En la noche después de tocar un rato mi cacerola en la puerta de mi casa y dar un par de vueltas por mi barrio, decidí acatar el toque de queda y quedarme viendo las noticias. La noticia de la noche eran los ataques a los conjuntos residenciales, entrevistas con varios grupos de habitantes en diferentes barrios que mostraban cómo se habían preparado para defenderse de los potenciales atacantes. Camisetas blancas, palos de escoba, paraguas y, en el peor de los casos, olladas de agua hirviendo. No vi ningún caso confirmado de un conjunto que hubiera sido atacado.
Una de las unidades móviles de City TV se acercaba al sector de Lisboa, pero los vecinos los prevenían de no hacerlo. No es sorprendente, eso pasa aún cuando no hay paro, Lisboa es una de esas zonas de la «Bogotá profunda» donde la mano del estado llega sólo a ratos, de día y con frecuencia armada.
Viendo las noticias en la televisión (Canal Capital y Caracol) uno se puede dar cuenta que hay dos tipos de vídeos: por lado de ataques de encapuchados a bancos, estaciones de Transmilenio y enfrentamientos con la policía. En estos videos hay tomas con las cámaras del noticiero e imágenes de apoyo de los televidentes con sus celulares. Se ve la violencia, la destrucción, escombros en el suelo, gente herida, tanto policías como manifestantes. Violencia dirigida a los símbolos de poder, desde mi perspectiva repudiable y muy poco efectiva políticamente, daría para otra entrada.
El otro tipo de vídeo es sobre los ataques a residencias. Ahí hay muchas escenas de vecinos asustados y corriendo, pero en ninguno se ve violencia real, miedo mucho, pero no «ataques».
La nota de Caracol, presentó al aire site videos. En el primer video se ve gente entrando en un grupo grande que para (o es detenido) en la puerta del conjunto, no parece que se fuerce nada. En el segundo video parece que lo vecinos corren de un lado a otro del conjunto ante una alerta, pero de nuevo sólo están en cámara los vecinos. En el tercer video una abuelita de abrigo rojo corre con el conjunto de vecinos. En el cuarto video no se ve bien, pero Vargas, explica que ese cajero, probablemente en la carrera 100 de Fontibón está siendo quemado. En el quinto video de Pontevedra, se ven personas corriendo y atravesando el parque, llevan camisetas blancas que, según me han explicado son el símbolo de los ciudadanos que se protegen mutuamente. En el sexto, alguien grita se metieron y muchas personas (que parecen ser vecinos) corren hacia una zona que la cámara no capta, al grito de «se metieron».
Puede que los videos sean reales en sentido que la gente que aparece en ellos, realmente en Bogotá, realmente esta noche, estaba asustada por la posibilidad que se entrara alguien, eso es difícil de verificar pero podría hacerse. Más difícil es verificar si efectivamente en esos momentos había grupos de vándalos amenazando las comunidades y, hasta donde he visto, no hay pruebas de que efectivamente lo hayan logrado en algún lado.
Yo tengo el privilegio de vivir en una zona central de la ciudad y no estar asustado con que se van a meter a mi casa, si viviera en una de las zonas amenazadas seguramente estaría con mi palo de escoba y mi camiseta blanca acompañando a los vecinos. El miedo es real y efectivo.
Tengo plena confianza en mi amiga que me informó que su conjunto sufrió una de estas visitas no deseadas de un grupo, así que sé que al manos una vez ocurrió y seguramente muchas más.
Lo que me parece importante ahora es preguntarse: ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué pasa? ¿Para qué pasa? ¿Quién se beneficia con esta situación?
Por supuesto, no tengo la información suficiente para dar una respuesta completa y segura, pero invito a que entre todos confirmemos mis hipótesis.
- Por alguna razón, las autoridades han dejado descuidadas ciertas zonas de la ciudad, puede ser porque ha habido fuertes disturbios reales, en zonas cercanas. Esa desprotección ha favorecido que bandas organizadas intenten atacar los conjuntos. Sin embargo: ¿Por qué los conjuntos y no por ejemplo los centros comerciales u otras zonas? ¿Cuántas bandas tan grandes y organizadas hay en Bogotá? ¿Desde dónde llegan? ¿Cómo llegan en medio de una ciudad en toque de queda? Un grupo de dos o tres personas se podría mover esquivando el control militar y policial, pero una turba de decenas de personas cómo puede pasar desapercibida para 14 mil soldados, no sé cuantos policías, helicópteros, que además son los únicos que están en las calles ahora.
- Con que uno sepa que hay un caso real (y lo hay) y además se expanda el pánico con videos como los que publica Caracol, ya tiene razones más que suficientes para entrar en pánico y salir a la portería con su palo de escoba. Seguro que si yo además tengo un arma de fuego en la casa la llevo, por si acaso. El hecho de que la policía no llegue, que me sienta sin el apoyo de las instituciones aumenta el miedo. La idea de justicia por mano propia aparece como prioridad, «estoy protegiendo mi patrimonio ganado con mucho esfuerzo», es a frase común.
- ¿Y quién gana con eso? ¿Qué pueden ganar los organizadores del paro? ¿Son tan estúpidos para organizar ataques contra las mismas personas que anoche salieron con sus cacerolas? ¿Gana algo un sindicalista, un ambientalista, un estudiante, un activista de cualquier causa con saber que sus familiares, sus compañeros de trabajo, de estudio, sus simpatizantes son atacados por la chusma, los vándalos o los desadaptados?
- Lo que la gente va a pedir es «mano dura» y adivinen ¿quién la puede dar?
Obviamente, yo no soy tan inteligente como para haber este profundo análisis nuevo, tampoco los interesados en generar caos fueron tan originales, estamos hablando de una situación muy bien estudiada:
Sobre esto se ha escrito e investigado mucho, ver la información secundaria en la Wikipedia y esta nota del sitio de la periodista mexicana Carmen Aristegui.
Es más hay serios indicios que desde dentro de las instituciones se está colaborando con los vándalos:
La situación que está viviendo el país da para muchas más reflexiones, pero este tema es especialmente sensible, parece increíble que se haya llegado a tanto, pero para la mucha gente esta situación se hace cada vez más evidente.
El mismo alcalde lo reconoce, al lado del comandante de la policía (que se ríe como si el alcalde contara un chiste).
Obviamente la destrucción de estaciones de Transmilenio, los ataques contra bancos y entidades comerciales, los enfrentamientos con la policía de grupos organizados en algunos puntos de la ciudad son hechos violentos innegables. Yo los condeno vengan de donde vengan, creo que no contribuyen a los reclamos del Paro Nacional, creo tampoco ayudan a las personas que apoyan el paro que en su mayoría no quieren hacerlo de forma violenta. Lo hago tanto de mi convicción que he construido lentamente en la noviolencia como metodología de acción política, como desde un análisis puramente pragmático de su utilidad en el paro. No sé quienes han protagonizado esos hechos, he conocido en mi larga vida de activista grupos convencidos de que la violencia es la única forma de acción política, también gente a la que la necesidad le justifica este tipo de acciones, pero igual cada vez hay más pruebas de que agentes de la fuerza pública se infiltran para incentivar este tipo de desmanes, por ejemplo en el caso de los daños en el edificio del Icetex varios medios como Pulzo, Publímetro y Blu Radio, que no son exactamente los portavoces de la izquierda, han planteado la controversia sobre la participación de oficiales policiales en ese hecho.
La violencia contra bienes públicos puede ser considerada molesta, indignante, errada, pero no tiene el efecto de causar pánico tan grande como la sensación que los vándalos se están metiendo en nuestra casa. Todas las formas de violencia deslegitiman las justas peticiones de un importante sector de la ciudadanía colombiana a través del paro, pero lo que pasó en Cali anoche y en Bogotá esta noche del 22 al 23 de noviembre, responde al libreto del pánico moral que a cualquier otra conveniencia política.