¿Ya ahora quien podrá defendernos?

Uno de los regalos de cumpleaños que más aprecié ayer fue muchos de mis amigos, y mis estudiantes me pidieron mi opinión sobre los resultados de las elecciones. Voy a intentar a hacer un rápido análisis de lo que veo en el proceso.

Lo primero que hay que decir es que el sistema electoral colombiano es confiable, seguramente si Zuluaga hubiera quedado en segundo lugar, los uribistas estarían hoy haciendo un escándalo por fraude, como pasó el 10 de marzo.

Yo voté por Clara López, porque fueron la única campaña que hizo alguna propuesta diferente a las demás en temas como salud, educación y medio ambiente. No esperaba que ganara, ni que pasara la segunda vuelta. Pero me parece importante que en el escenario político haya una fuerza de verdadera oposición.

Los dos candidatos que tenemos ahora no tienen mayores diferencias, si los analizamos en un marco amplio, es más o menos el mismo modelo económico, social y político. La mayor parte de los grandes problemas del país: la educación, la salud, la minería y demás serán tratados casi de la misma manera por Santos que por Zuluaga. Así que sólo hay una diferencia. Santos está haciendo una negociación política en medio del conflicto con las FARC. Zuluaga dice que solo negociará la paz, si las FARC se dan por vencidas previamente. Es decir que declarará la guerra, porque las guerrillas si bien han sido diezmadas están bien lejos de ser vencidas, Desde 2008 han venido recuperando su capacidad de acción y, aunque ellos saben que tienen que acabar el conflicto, están lejos de ser derrotados militarmente.

Lo que dicen los resultados en las elecciones dicen que al 12% de la población (el 30% del 40% que votó) quiere que Colombia vuelva a irse por el camino de la guerra y no negociar con las FARC. Aunque no es una aplastante mayoría son un grupo muy significativo. Pase lo que pase en las elecciones del 15 de junio, es imposible que las negociaciones en la Habana sigan en los mismos términos. ¿Cuáles serían los nuevos? No sé, pero la gente no confía en las FARC, tampoco confía en el gobierno, y después de casi dos años de negociaciones a puerta cerrada espera resultados rápidos. En mi opinión (y la de muchos que saben más del tema) los avances logrados son mayores a los que ha habido nunca, pero ni modos, la presión de los guerreristas va a ser muy grande.

En especial hay que tener en cuenta que muchas de las acciones militares, en especial las acciones de inteligencia que han hecho escándalos en los últimos meses se pueden interpretar como que las fuerzas armadas no están haciendo caso a su jefe supremo que es el Presidente de la República,

Pero más allá de las acciones disciplinarias al interior de la fuerza pública, Colombia se enfrenta al hecho que la extrema derecha, representada por Uribe y por su émulo Zuluaga tiene que desmovilizarse. Esta tendencia política que representa los intereses de los terratenientes y otros poderosos ha logrado anclarse en los medios de las masas, que no ven en las guerrillas a sus salvadores, ni siquiera como un grupo con una propuesta política sino como lo contrario a la «gente de bien».

Como le escuché a un candidato casi invisible en las elecciones a congreso, hay que hacer la paz, hasta con Uribe.

Pero por ahora, lo urgente es garantizar que la guerra no gane la segunda vuelta.

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