Por qué yo sí soy Charlie

Hace un rato mi amigo Lizardo Carvajal publicó una nota en su muro de Facebook en la que plantea que él no es Chalie, siguiendo la línea de un artículo de José Antonio Gutiérrez, que apareció en varios medios de izquierda, incluyendo el colombiano Voz.

Ni en el post de Lizardo, ni en lo que he visto sobre el artículo de Gutiérrez (del que parece hacer más de 20 copias en línea), nadie se atreve a defender lo indefendible, nadie puede justificar la masacre. Pero surgen dos puntos que me parecen claves para pensar: La primera es que los tipos de Charlie Hebdo no eran exactamente los adalides de la tolerancia y el respeto a la libertad, lo cual se hace citando una de sus controvertidas portadas en la que se titula: Masacre en Egipto. El Corán es una mierda, no sirve para atajar las balas.

El segundo tema es más complicado de explicar y entender, sin embargo es una de las discusiones centrales en temas de derechos humanos. ¿Qué es lo que hace más universal o más respetable derechos como la libertad de prensa o de expresión que, por ejemplo, el derecho a exigir respeto a las propias convicciones?

Antes de seguir tengo que explicitar mis limitaciones y prejuicios. Primero que todo debo decir que, como el 99,9% de la humanidad, hasta ayer antes de la noticia del atentado, ni siquiera sabía que existía la revista Charlie Hebdo. Segundo debo decir que no soy creyente, si tuviera que definir mi postura religiosa me definiría como pagano (intento buscar una espiritualidad más cercana las formas ancestrales indígenas, pero aun estoy lejos de lograrlo), pero fui criado y vivo en una sociedad fuertemente religiosa, incluso trabajo para una universidad declaradamente católica. Finalmente tengo que admitir que ocho años de formación en mi adolescencia con los alemanes marcaron un pensamiento laicisista, civilista, democrático cercano a los ideales de esa cultura (no necesariamente a sus prácticas).

Y es que tengo muchas razones para no estar de acuerdo con Charlie Hebdo. La primera es que su estilo de criticar a la civilización completa y a sus signos más sagrados como forma de señalar el fundamentalismo me parece que es al menos una forma discutible de hacerlo. En Europa se extiende ahora una ola de racismo y xenofobia que sobre todo se muestra ahora como islamofobia. Es el tipo de casos que suelo tratar con mis estudiantes de ética periodística: ¿Dónde está el límite entre romper tabús y ser colonialista? ¿Hasta donde se vale ser provocador? ¿Hay cosas sagradas? ¿Como trato lo que es sagrado para otros así no lo sea para mí?

El martes la noticia era que la reunión semanal de Pegida, en Dresde había tenido como 20 mil asistentes. La del próximo lunes 12 de enero seguro tendrá muchos más, muchísimos. Eso sin contar los ataques a mezquitas y otros lugares musulmanes que ya se han dado en Francia. Porque no se está condenando la existencia de grupos armados, ni las formas fanáticas sino a 1200 millones de personas (la quinta parte de la humanidad) por su fe. La relación cristianos y musulmanes ha sido siempre complicada, en especial porque adoran el mismo dios, pero como diría Les Luthiers los unos y los otros siempre han tenido la idea que su fe es de mejor calidad que la de los otros.

Yo prefiero pensar que Charlie Hebdo es como dice la Wikipedia una revista progresista, pero me dejan pensando las declaraciones del periodista pakistaní Tareq Alí a Democracy Now donde llama la atención no solo sobre la forma en que los medios occidentales atacan al conjunto del Islam, sino que específicamente señala a Charlie Hebdo de lucrarse de esta situación, la revista había cerrado en los años ochenta por malas ventas y el convertir su derecho a la sátira en un asunto principal de libertad de expresión la ha catapultado en ventas. Hoy escuché que la próxima semana saldrá de nuevo con un tiraje de un millón de ejemplares.

Otro tema es la militarización de las fuerzas policiacas que requeriría todo un estudio adicional.

Sin embargo, defender la libertad de expresión no es la de los que se portan bien, de los que cumplen las reglas y son «políticamente correctos», justo al contrario, defender la libertad de expresión es permitir que se expresen las ideas que a mí no me convencen. Otra de las portadas de Charlie Hebdo dice que es el semanario irresponsable y lo era definitivamente, atacaba a todo el mundo: a los musulmanes, a los cristianos, a los judíos, a los políticos, a los ingleses, a Michel Jackson o a Gérard Depardieu (al final hay algunas portadas que bajé y leí con traducción de Google).

Y sólo por eso eso es que soy Charlie, que puse la caricatura que está al principio del artículo y en mi perfil de Facebook. Es una frase de cajón, pero lo hice por lo que dicen que dijo Voltaire: «no estoy de acuerdo con lo que dicen pero estoy dispuesto a dar la vida por defender tu derecho a decirlo».

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