Después de toda una pandemia (o casi) sin podernos conectar para grabar un nuevo episodio: Hemos vuelto…
Con Juliana lejos, co0n Miguel con nueva mascota y con Silvia con nueva casa., hay varias noticias que son muy interesantes y como siempre grandes reflexiones en nuestros paréntesis ñoños.
Una paloma agoniza en mi ventana
Por Germán Silvia Bustos Forero
Al principio la sentí como una amenaza, como uno de esos pájaros de Hitchcock a punto de atacarme. ¿Entraría en cualquier momento a robar unos picotazos de mi almuerzo? ¿querría acaso tomar algo de mi casa? ¿se atrevería a atacarme? No. Las palomas no atacan a los humanos… ¿o sí?
Han pasado tres días y sigue ahí. Ya no la siento como una amenaza, ahora me preocupa. Que tal que muera en ese espacio. No sé ni como llamar el lugar donde está. Le dije a Andrea que era un patio, pero no lo es. Es el techo de un patio, cubierto por una marquesina de vidrio y encima pusieron una malla metálica para evitar que los vidrios se rompan. Al principio la paloma estaba del otro lado de ese espacio, en el alfeizar de la ventana del apartamento que está frente al mío. Hoy está debajo de la malla. No sé como entró, debe haber un hueco en algún lado. No creo que sea capaz de salir de ahí.
Recuerdo que las palomas son como las ratas, las cucarachas o los humanos, animales con enorme capacidad de adaptación, que comen lo que sea, que pueden sobrevivir en los ambientes más diversos. Es una rata con plumas, no debería preocuparme que se muera. Es como los humanos, está acá por los humanos, come lo que comemos, vive donde vivimos, me produce algo así como una solidaridad interespecie, es como si fuera una persona ahí atrapada, sabiendo que pronto morirá.
La Negra me dijo que la hiciera entrar y la atrapara dentro del apartamento, para sacarla a la calle; pero está allá abajo, entre la malla y el vidrio, así quisiera no puedo hacerla entrar. No imagino como sería perseguirla dentro de mi casa. Yo tras ella intentando atraparla en un trapo, ella revoloteando entre mis cosas. Y si la atrapase, no imagino tener esa ave viva, pero moribunda en mi manos, ¿qué haría con ella? ¿A dónde la llevaría?
Cada vez que voy a hacer comida me asomo a la ventana de la cocina que ahora la dejo abierta. Estoy seguro que no entrará, pero ahí sigue, me mira como miran los pájaros volteando la cabeza para mirar con un solo ojo. Sigue mis movimientos. No sé que hacer, ni qué decir.
Todo estaba tan bien en este nuevo apartamento, cada problema que surgía se solucionaba de manera casi mágica, siempre algo o alguien aparecía y podía solventar todo. Hasta que apareció este bicho. Tres días. Ya no sé que hacer. Empecé gritándole y tirándole papelitos para que se asustara y se fuera, nada. Cuando me di cuenta que había venido a morir, me asusté no sé que hacer. “Dale agua”, me dijo también la Negra, pero no puedo, está muy lejos para ponerle algún bebedero.
Ahora pienso en que muchas comunidades indígenas consideran que las aves son los mensajeros de los dioses. Incluso los cristianos piensan eso, una paloma, preñó a la virgen. ¿Qué me viene a decir esta? ¿Por qué en mi ventana?
Consultor en comunicación digital para la sostenibilidad, la equidad y la inclusión. Escritor, comunicador y educador. Con más de 27 años de experiencia realizando procesos de educación y comunicación estratégica y digital con comunidades, ONG y pequeñas empresas.