El país del casi

Votamos como nunca, perdimos como siempre. Casi logramos que se aprobara el mandato al congreso para legislar en contra de la corrupción, como hace un par de meses casi logramos derrotar a los partidos tradicionales y hace dos años casi logramos aprobar el acuerdo para acabar con la guerra.

Al interior de la consulta, la victoria fue aplastante, todas las preguntas tuvieron más del 99% de votos por el sí; pero el umbral de 12.140.342 votos mínimos necesarios para darle validez jurídica a la iniciativa no se alcanzó.

Fuente: Web de la Registraduría Nacional del Estado Civil, datos de las 20:35 con el 99,98 de mesas informadas

Aunque se supone que en Colombia todas las personas lo saben, es bueno recordar como funciona este mecanismo de la consulta popular establecido por la Constitución de 1991.

Cuando se aprueba una consulta, su resultado se convierte en mandato para el estado y el gobierno, en este caso, por ejemplo, el congreso estaría obligado a dar tramite a las 7 propuestas que se aprobaban. Obviamente para que sea un mandato del pueblo, no tiene que ser de un par de pelagatos, por eso la reglamentación del mecanismo prevé que sea vinculante (o sea que sea de obligatorio cumplimiento para la autoridad) si quienes participan en el debate electoral son al menos una tercera parte del censo electoral, las personas en edad de votar, o las personas con cédula si prefieren.

Es decir 36.421.026 votantes, de los cuales 12.140.342 son la tercera parte, hoy votamos 11.669.195 que es el 32,03% del censo (según el preconteo de la Registraduría en el 99,98% de las mesas instaladas). Es decir faltó un 1,3% de los votantes para hacer válida la consulta, eso son 471.147 votos. Casi…

Las implicaciones de esta ganar perdiendo las había planteado en la entrada anterior.

Jurídicamente la consulta fracasó. Al no tener el umbral  mínimo de votos no tiene la fuerza jurídica de mandato ciudadano que obligaría al estado, en especial al congreso a tramitar las leyes necesarias para cumplir con los siete puntos preguntados hoy al constituyente primario.

Ahora, desde el punto de vista político no es tan fácil, no es apague y vámonos. Más de los votos de la participación en la consulta fueron más que los que eligieron a Iván Duque como presidente, y de ahí hacía atrás a cualquier presidente. 

Han pasado muchos años desde los tiempos en que el entonces presidente Turbay dijera que la corrupción hay que reducirla a sus justas proporciones. Hoy, nadie tendría el descaro, la estupidez o las agallas para hacer una afirmación así. Todos los políticos están en contra de la corrupción, pero pocos están a favor de la transparencia de su gestión y de la austeridad en sus gastos personales.

Todo el mundo quiere liderar las propuestas anticorrupción. El grupo que promovió la consulta, encabezado por la ex-senadora Claudia López se declaro ganador, el presidente Duque anunció en la televisión que está comprometido con la lucha contra la corrupción.

Sin embargo, aunque todo el mundo sea ahora anti-corrupción, no es lo mismo hacerlo desde las mismas estructuras que se han lucrado de ella que desde afuera.

El 2 de octubre de 2016, se usó una figura diferente, también introducida por la Constitución del 91, el plebiscito, para consultar a la población de Colombia si aprobaba el acuerdo que se había negociado con la guerrilla de las FARC.

El resultado fue de 6.377.464 (49,79%) votos por el SÍ, contra 6.431.372 (50,21%) por el NO, es decir una diferencia de 0,42% es decir 53.908. También casi, incluso faltó menos.

Y hace apenas unos meses las propuestas diferentes a la politiquería tradicional tuvieron un éxito impresionante al lograr ocho millones de votos en las elecciones presidenciales, algo que nunca antes se había visto. Aunque casi ganamos, perdimos.

Claro, es importante resaltar que la esperanza es creciente, cada vez hay más votos, las propuestas alternativas en Colombia no son ya un asunto marginal sino que se han convertido en una fuerza política importante. En realidad en un conjunto disperso de fuerzas que no siempre están de acuerdo, pero que sumadas tienen mayor poder de lo que la izquierda (por ponerle un titulo que no necesariamente es el más adecuado) nunca había tenido.

Me preocupa que junto a esa esperanza, siento crecer el desespero por el «casi». Eso de que siempre «falten cinco para el peso» es un fenómeno que empieza a aburrir. 

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