Es 6 de diciembre, hoy hace 83 años en la plaza del pueblo de Ciénaga en el Magdalena fueron masacrados miles de obreros de las Bananeras, nunca se supo cuántos fueron. El gobierno y la multinacional bananera decidieron acabar a tiros con las protestas de los obreros que pedían que les pagaran con dinero y no con bonos solo cambiables en las tiendas de la empresa.
El abogado que hizo visible este crimen y acuso al gobierno fue asesinado años más tarde en Bogotá. La muertes de Jorge Eliecer Gaitán, puso aun más combustible a una puja por el poder que se llamó La Violencia, que se supone acabó a finales de los 50s con la muerte de muchos de los líderes de las revueltas y un modelo cerrado de democracia, llamado el Frente Nacional. Muchos de los excluidos de ese proyecto se alzaron en armas para buscar otras opciones de poder. La guerra contra las guerrillas se «privatizó» en los ochentas con la aparición de las bandas paramilitares que empezaron a asumir las partes más sucias de la guerra…
Es una manera simple, seguramente simplista, de mostrar la continuidad de la guerra en la «democracia más antigua» de América Latina.
El pasado 26 de noviembre, fueron asesinados cuatro miembros de las fuerzas armadas del estado por parte de guerrilleros de las FARC. Un crimen de guerra, dentro de la lógica absurda del conflicto.
Éste, junto a muchos otros crímenes, abusos y errores políticos de las FARC le han generado un gran rechazo del grueso de la población urbana. Por ello se convocó una marcha en su contra para hoy.
Repudio a las FARC, no creo que se necesiten muchos argumentos para justificarlo. También repudio con el mismo ahínco a sus contrapartes: los militares y los paramilitares que defienden el status quo. Tampoco debería uno necesitar justificación, pero es necesario recordar crímenes como los asesinatos de jóvenes pobres para presentarlos como bajas de combate, por parte de las Fuerzas Militares, así como su connivencia, cuando no participación activa en muchas de las más criminales acciones paramilitares incluyendo masacres, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas.
Por encima de todo repudio que sea la guerra el camino para cambiar el mundo o para preservar la forma en que está.
Creo que es necesaria una acción civil muy fuerte contra TODOS, aunque no tengo clara cual es, claro salir a las calles es parte, pero no es todo.
Sin embargo, una marcha en la que el gobierno y los medios se esfuerzan tanto por promover, reconocer y agrandar lo que termina haciendo es darle mayor valor político a las FARC. Es decir la gente sale a protestar desde su honesto sentimiento de indignación, el gobierno y los medios lo manipulan para hacerlo aparecer como apoyo a ala gestión oficial y, en el monte, los guerrilleros lo interpretan como un reconocimiento de la «burguesía» a su importancia política, dice un analista: «el fanatismo de muchos colombianos los lleva a ridiculeces y cosas tan absurdas como odiar a las FARC y pedir que el nombre de las FARC aparezca en toda su propaganda hasta el extremo de llevar la palabra FARC en su pechos para que todo el mundo la vea, haciéndola memorable». No se puede superar la guerra y pregonar la paz saliendo a ponerse del lado de uno de los bandos en el conflicto.
Como efecto colateral de las marchas de hoy, los medios dirán que el gobierno volvió a recibir todo el apoyo popular que las marchas estudiantiles le habían quitado.
Es inevitable la comparación con las marchas estudiantiles, varias, multitudinarias, organizadas con las uñas, en contra del gobierno con su amenaza de represión constante, con la desidia de los medios que preferían ocultarlas. El 10 de noviembre en la toma de Bogotá probablemente se un millón de personas. Pero esa es otra historia…
Algunas cosas que leí sobre este tema: