Se cumplen 40 años del asesinato de Ernesto Guevara de la Serna, el revolucionario argentino-cubano que se ha convertido en ícono de la rebeldía. Desde pequeño recuerdo haber visto su imagen y aprender a conocerlo como un modelo, para algunos un modelo de lo que no se debe hacer, para otros el modelo a seguir. Ahora cuando ha pasado tanto tiempo como el que vivió me pregunto ¿quién era ese hombre?
Cuando mataron al Che Guevara, yo aun no cumplía 5 meses de nacido, nunca supe de él como un personaje vivo, desde que lo recuerdo es un ícono, de hecho el mismo ícono basado en la famosa fotografía que le tomó Alberto Korda.
Durante estos 40 años la presencia del Comandante Che Guvara ha sido una constante, lo ha visto en grafittis, en camisetas, en libros, en revistas en páginas web. La misma imagen aparece en comics alemanes, como en grafittis palestinos.
La imagen del Che la usa mi hija de 12 años como ícono en sus comunicaciones usando servicios de mensajería instantánea y en su sitio de Hi5. Cuando estaba en la universidad conocí un joven que estudiaba medicina porque el Che fue médico. La figura del Che es una marca que se impregna en la vida cotidiana, un elemento fundamental para la construcción de identidad, para quienes hemos sido jóvenes en los últimos 40 años. El Ché no es una persona, no es el revolucionario que murió hace cuarenta años, es un dibujo, un ícono que representa una idea de heroismo, de oposición a la opresión, de construcción de identidad humana por encima de las nacionalidades. Es sobre todo un ícono de América Latina.
El asunto es que la mayor parte de los admiradores del Che ni siquiera conocemos muy bien su biografía, su historia, su pensamiento.
Hay cientos de libros, de webs, de materiales de todo tipo que presentan el pensamiento del Che. Hay montones de personas y organizaciones que de una u otra forma se sienten identificados y procuran actuar en la misma lógica del Che. Me parece que la biografía que presenta Wikipedia es bastante buena como introducción, con todos las deficiencias que pueda tener una obra a la que cualquiera le mete la mano. También es destacable el trabajo que presenta este web cubano sobre el Comandante.
La derecha siempre ha criticado la imagen del Che, el mito que se ha formado alrededor de su figura. Recalcan que fue una persona que no tuvo ningún problema en mandar fusilar a quienes consideró traicioneros y cosas por el estilo. Definitivamente el Ché era un ser humano, con pasiones, errores, grandezas, como cualquiera de nosotros.
Lo que que es admirable es lo consecuente que fue, su pensamiento, su sentimiento y su acción se enfocaron en un mismo objetivo, cosa que la mayor parte de nosotros casi nunca logra, eso le da su grandeza. En especial si se tiene en cuenta que se había impuesto a si mismo unos altos estándares éticos que procuraba cumplir a cabalidad.
Su generación y parte de las que le siguieron creyeron en la lucha armada como único mecanismo para liberar a los pueblos de la opresión. Consecuente con eso murió de un balazo.
Cuarenta años después las condiciones de los más pobres en todo el mundo no han cambiado mucho, de hecho han empeorado. El imperialismo ha llegado a una fase globalizada en la que la explotación del mundo, de cada persona y de todos los recursos de la vida y la tierra no tiene parangón con nada anterior.
La experiencia de todos estos años, incluyendo la experiencia del Che, ha mostrado la ineficacia de la lucha armada, matar otros seres humanos da poder, pero no logra liberar, ni en lo personal, ni en lo social. No se puede combatir el capitalismo dependiendo de la industria de armamento que es una de las poderosas del capitalismo.
Sigo y seguiré admirando la idea de rebelarse contra la opresión, de no conformarse con lo establecido, de ser siempre crítico y no comer entero; ideas que más allá del mismo pensamiento de Ernesto Guevara, son parte del mito del Che.
Creo en la construcción de un «ser humano nuevo», pero no por el determinismo del pensamiento socialista, sino por la intención en movimiento de las personas que ganan conciencia.
Él descubrió que las minas del rey Salomón se hallaban en el cielo y no en el África ardiente, como pensaba la gente. Pero las piedras son frías y le interesaban calor y alegrías. Las joyas no tenían alma, sólo eran espejos, colores brillantes.