Durante años los traficantes de drogas, con Pablo Escobar a la cabeza, lucharon contra la extradición, era la mayor amenaza que el gobierno tenía para asustarlos. Escobar y sus secuaces usaron el terrorismo para enfrentarla, para ellos era mejor una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos, eso les dieron. Los narcos de hoy, tan cercanos al actual gobierno, prefieren una cárcel en Estados Unidos, eso les están dando.
El presidente Uribe es una madre y está celebrando su mes repartiendo regalos, sus cariñosos presentes fueron hoy para 14 de los líderes de una de las fuerzas que lo puso en el gobierno, el paramilitarismo.
Como dirían en mi pueblo, Uribe jura y come tierra que él no es paramilitar, digamos que yo le creo, pero de lo que no me queda duda es que los votos y otras acciones de los paramilitares contribuyeron de manera decisiva a su elección y a su reelección. Como claramente lo demuestran los más de 60 congresistas, mayoritariamente de su cohorte que están hoy presos o investigados por su estrecha colaboración con la barbarie paramilitar, empezando por su primo y «parcero» Mario Uribe.
Esta mañana de manera sorpresiva 14 comandantes paramilitares fueron extraditados sin precio aviso en una operación casi clandestina mientras el país dormía. Ya hace unos días había sido extraditado otro paraco a pesar de la oposición de sus víctimas.
La imagen que la mayor parte de los colombianos tenemos de la extradición es que que es algo como el coco de los criminales, se supone que la justicia en Colombia es laxa y fácilmente comprable, mientras que la gringa es rígida e incorruptible. Los narcotraficantes de hace unas décadas estaba dispuestos a cualquier cosa por evitar la extradición, para ellos era perder su negocio, su dinero y su libertad por muchos años, era mejor una cárcel colombiana de lujo de la cual se podían fugar cuando se les diera la gana.
Algo se ha avanzado en términos de justicia en Colombia. Si bien estamos lejos de tener un sistema de justicia, realmente justo y efectivo, y la justicia sigue siendo principalmente para «los de ruana», ya asusta a algunos poderosos, como lo ha demostrado la independencia de las altas cortes en los últimos tiempos.
No hay que olvidar que hace unos años, los hermanos Rodriguez Orejuela prefieron la extradición a la condena en Colombia. Yo no sé si la justicia gringa es incorruptible y complemente eficaz, pero sí tengo claro que es una justicia de la negociación. Cualquier cosa se puede negociar, si se logra un acuerdo que gane consenso entre las partes los procesos se detienen. Los narcos colombianos han aprendido a negociar con los gringos, claro pagan unos años de cárcel, pierden bienes, puede que no sea fácil pero salen de ese lío más rápido. Porque además en una cárcel gringa son un preso más mientras que en Colombia siguen siendo personalidades tras las rejas, esa sutil «desaparición» de la escena pública es una ventaja adicional.
Pero a los extraditados de hoy y al régimen, exportar estos criminales les genera ventajas adicionales. Acá, en Estados Unidos o en la Conchinchina es mejor ser juzgado por narcotraficante que por asesino, genocida, perpetrador de masacres y violador de los derechos humanos. Los ‘paras’ extraditados lo son por los delitos relacionados con el tráfico de drogas. Aunque los gringos podrían, en un juicio, usar esos argumentos como agravantes del crimen, no serán juzgados por esos delitos y seguramente harán lo posible para que no los juzguen, sino que harán un acuerdo previo. De todos modos a los gringos no les conviene mucho que los ‘paras’ cuenten allá los negocios que han tenido con empresas estadounidenses que les financiaron sus violaciones a los derechos humanos.
Del otro lado al mandar a estos jefes del paramilitarismo a los Estados Unidos, se disminuye el riesgo que presenten pruebas sobre sus relaciones con los políticos uribistas (y a otros a lo mejor) y eso ayuda a conjurar el problema de la ‘parapolítica’.
Así todos contentos, los gringos aparecen como los justicieros internacionales, Uribe se muestra ante la opinión pública como un valiente presidente que se atrevió a extraditar un puñado de peligrosos narco-paramilitares, los paras se libran de tener que contar la verdad sobre todas sus andanzas y sus alianzas con los políticos (no solo congresistas, sino gobernadores, alcaldes, diputados y concejales).
Los únicos que salen perdiendo son las víctimas y sus familiares, para cuatro millones de desplazados y miles de familias que perdieron seres queridos la verdad se hace más lejana, menos posible. Pero víctimas, familiares y desplazados no cuentan, ellos no hace parte del todos nacional que solo incluye a quienes aplauden a Uribe, haga lo que haga.
Las tierras expropiadas por la fuerza de los fusiles permanecerán en otras manos, la estructura político-militar de los paramilitares remozada en las águilas negras sigue intacta, el negocio de la droga sigue como siempre y proyecto político de refundación de la nación que pactaron los paramilitares con la clase política sigue en píe, su próximo capítulo se llama Uribe III….
Ya lo decía el viejo Nicolás: «todo tiene que cambiar, para que todo siga igual….. «